Marta Carrasco Ferrer, Miguel Ángel Elvira Barba
Las únicas que gozaron de libertad real en Atenas, capaces de actuar sin el consentimiento de nadie, fueron las sacerdotisas y las hetairas. En cambio, en la sociedad tirrena hubo una relación de sexos más equilibrada: la esposa tenía derecho de propiedad y podía aparecer, junto a su marido, en el nombre completo de sus hijos
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