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El simbolismo de la celda y del atrio en los Padres del desierto como espacios de hospedaje de Cristo y del hermano

    1. [1] Pontificia Universidad Católica Argentina

      Pontificia Universidad Católica Argentina

      Argentina

  • Localización: Teología: revista de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina, ISSN 0328-1396, Vol. 58, Nº. 134, 2021 (Ejemplar dedicado a: abril), págs. 133-150
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • Desde los albores de la espiritualidad cristiana, la celda fue un símbolo del espacio de soledad del alma a donde Cristo llega como huésped para ser recibido. El corazón del hombre es el destino del peregrinaje infinito que arriesgó el Verbo al encarnarse. Primera estación de un camino que, iniciando en el misterio trinitario, desciende hasta los abismos del hombre por el misterio de la encarnación para reemprender el ascenso hasta el Padre abrazando todo y a todos en el Cristo total que retorna a seno de la Trinidad. Fuera de la celda del encuentro con el divino huésped hay un atrio, como existía ya en las primeras ermitas, en los primeros cenobios. Celda, símbolo del corazón; atrio, símbolo del espacio de encuentro... es como el living de recepción, ya fuera del tálamo nupcial del amor místico, un paso más afuera, donde Cristo se acerca como peregrino en el hermano que llega. El simbolismo del atrio invita a abrirse para acoger a las puertas del corazón a cada hermano que llega a nosotros. El fuego del hogar que recibe en calidez es el Amor de Dios que arde e irradia desde el lugar eremítico del corazón. Los atrios fraternos de los diálogos de cielo como los de Benito y Escolástica o Agustín y Mónica o Teresita y sus hermanos se perfilan como sacramentos del Logos: signos sensibles del dialogo divino, participación y entrada en la Trinidad que es eterno Diálogo de Amor luminoso.


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