Se vive en un mundo en el que la complejidad aumenta; y las políticas organizacionales dependen de comprender esa complejidad, la cual existe interna y externamente. Un mundo así lleva a que la ciencia de la organización debe acoger nuevos escenarios, con el fin acotar el caos y fuerzas imprevistas que podrían acabar todo. La gestión del conocimiento es esencial, hoy día, como proceso que determina cuál es el capital intelectual que posee una organización y, sobre todo, cómo aplicarse en situaciones complejas. La gestión tradicional indica que el mundo es objetivo, que las interacciones son lineales, que solo hay dos valores de verdad y que la predicción y el control proporcionan una perspectiva sobre el "caos" y los múltiples cambios del entorno; perspectiva que mejora con los aportes de las ciencias de la complejidad. Las teorías sobre la complejidad desafían muchos de los supuestos de la gestión tradicional, pues indican que las acciones humanas están sujetas a comportamientos emergentes, lo cual induce a analizar las organizaciones con nuevos enfoques.
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