Ana M. López García, Gemma Durán Romero
A principios de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó como pandemia a la crisis sanitaria derivada de la epidemia covid-19 generada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 debido a sus efectos devastadores a nivel mundial (mortalidad, colapso de los sistemas sanitarios, socavación de las economías). La propagación de los contagios y la afectación de la enfermedad con desigual intensidad según diversos factores relacionados con patrones de salud, aglomeraciones, contaminación atmosférica y condiciones climatológicas, entre otros, ha conjugado en una misma ecuación la crisis sanitaria con la crisis económica y con el impacto en el medio ambiente.
El descenso, y parón en algunos sectores, de la actividad productiva durante el confinamiento y el ralentí de los meses posteriores ha tenido un efecto positivo en las condiciones atmosféricas y de biodiversidad, hasta ahora las grandes perjudicadas del prevaleciente modelo de desarrollo social y económico asociado al capitalismo (y globalización). En este escenario, un claro beneficiario de la covid-19 es la mejora de los niveles de contaminación atmosférica que siembra la duda de un espejismo en la mejora ambiental. La reflexión implícita es que esta pandemia pone de manifiesto lo complicado y difícil que será lidiar con el cambio climático, pudiendo incluso agravar la crisis ambiental, ya que los próximos diez años son claves para completar la transición hacia la descarbonización.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados