Antonio de Jesús Lara Del Río, Rogelio Flores Ramírez, Fernando Díaz-Barriga Martínez, Erika García Chávez, Guillermo Espinosa Reyes
Los ecosistemas del planeta presentan síntomas que nos advierten claramente que los procesos de resiliencia ya no son tan eficientes; están en declive, como consecuencia de diversas actividades humanas que alteran sus componentes físicos, químicos, biológicos y sus interrelaciones. Por lo tanto, este rápido deterioro requiere de una monitorización ambiental más adecuada, intensificando la necesidad de indicadores que sean más operativos. Una de las limitantes que se presenta al momento de monitorear un ecosistema es que no se cuenta con herramientas que evidencien y detecten tempranamente cambios potencialmente dañinos en las capacidades funcionales del mismo. Sin embargo, el enfoque holístico de las llamadas ciencias ómicas (genómica, transcriptómica, metabolómica), en especial metabólomica, podría ser una importante herramienta que permita generar datos para acceder a la metacognición del concepto de vulnerabilidad ecológica y su importancia al momento de monitorear un ecosistema. La base de la metabolómica es el monitoreo de la variabilidad fenotípica en respuesta a los cambios ambientales (interacciones bióticas y abióticas), proporcionando un mejor análisis de las diferentes capacidades de respuesta conferidas por la plasticidad fenotípica de cada especie, permitiendo así, determinar el metabolismo que está involucrado en esta plasticidad. Las respuestas metabólicas de las especies son determinantes al momento de monitorear un ecosistema. Esta aproximación tiene un gran potencial para establecer no solo datos individuales de un organismo, sino redes de datos del comportamiento metabólico de poblaciones, o ecosistemas de manera espacial y temporal convirtiéndola en una herramienta muy interesante para monitorear un ecosistema.
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