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Resumen de Soporte nutricional en la enfermedad inflamatoria intestinal

Eduardo Platero Rodrigo, Alvaro García-Manzanares Vázquez, Nuria Gil Fournier Esquerra, Julia Álvarez Hernández

  • Las enfermedades inflamatorias intestinales, debido a su afectación del tubo digestivo, constituyen unas de las enfermedades que de un modo más acentuado pueden producir desnutrición y déficits de toda una serie de micronutrientes, provocando un gran número de enfermedades carenciales y un peor curso y pronóstico postoperatorio de las propias enfermedades. Se debe realizar un cribado nutricional y si es necesario una valoración nutricional formal a todos los afectados, aunque la enfermedad no esté activa en ese momento, con el fin de evitar y tratar todas las consecuencias nutricionales que se derivarían de una malnutrición o déficit de oligoelementos asintomática en un primer momento. La mayoría de los mecanismos patogénicos de la malnutrición energético proteica en la EII están relacionados con la inflamación. Muchos déficits de micronutrientes (por ejemplo, antioxidantes) presentes en la EII parecen estar favorecidos por el proceso inflamatorio, y viceversa. Siempre que la vía digestiva se pueda utilizar se ha de utilizar, en principio suplementando la dieta oral, ya que no hay alimentos que generen brotes; en los últimos años y con las nuevas evidencias hemos pasado de una dieta basada en la restricción, a fomentar una dieta lo más libre y variada posible. La evidencia nos muestra que un alto número de pacientes, del orden de dos tercios, manifiestan no tolerar algún alimento, entre los más descritos: lácteos, frutas y verduras, carne y pan. Aunque no es menos cierto que un amplio porcentaje los tolera en un segundo o tercer intento de reintroducción o incluso a ciegas53, 54. La mayoría de los pacientes con EII activa toleran una dieta libre, sin restricciones. La exclusión de productos lácteos no está indicada a menos que se demuestre de forma objetiva su malabsorción o intolerancia. Las «dietas de exclusión» solo están indicadas en pacientes muy seleccionados, puesto que su eficacia no se ha demostrado de forma inequívoca. En los casos de actividad, la nutrición artificial supone una ayuda importante para evitar la desnutrición, y así la nutrición enteral es beneficiosa y se recomienda en los pacientes con brote moderado-grave, especialmente en los pacientes con EC en edad infantil con retraso de crecimiento y adolescentes y en los casos graves de CU acompañando al tratamiento corticoideo. La nutrición parenteral, por sus posibles y graves complicaciones, queda limitada para aquellas situaciones en que constituye la única posibilidad.


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