Numerosos documentos arqueológicos dejan entre ver una estrecha relación entre divinidades femeninas y leones en las religiones del Próximo Oriente. Durante el I milenio a.C. Astarté se asimila con la mayor parte de las diosas cananeas anteriores, así como con las egipcias Hathor y Sekhmet. La variada y confusa iconografía que se atribuye revela los múltiples aspectos de su compleja personalidad. En la figura del león se encama su naturaleza irascible y guerrera, de ahí que se muestre a veces con imagen felina. Durante el Período Orientalizante identificamos el rostro y los atributos simbólicos de la diosa sobre soportes muy diferentes. Como "Señora de los leones" se muestra en el jarro de Valdegamas y como leona de ferocidad comedida en el vaso del Museo Lázaro Galdiano, posiblemente. Abundantes paralelos apoyan esta hipótesis que constituye el aspecto más novedoso de este trabajo
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