Nació pegadiza y con vocación de animar juergas entre amigos y se ha convertido en un auténtico "boom" musical y casi en fenómeno sociológico. Hasta el momento se han vendido cinco millones de copias de la canción que ha convertido en discoteca varias veces la convención de los demócratas norteamericanos, después de conocerse como el himno oficioso de los juegos olímpicos de Atlanta o de ser la pieza obligada que las "cheer leaders" de los partidos de baloncesto de la NBA deben bailar.
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