Este año se esperaba que, como de costumbre, los Goya fueran a parar a los consagrados y se dejara un remoto tragaluz a la esperanza para los noveles. Pero esta vez se alcanzó la paz: los debutantes y los veteranos se llevaron a partes iguales los premios y se reconoció el oficio de los mayores y la creatividad de los jóvenes. Nadie quedó arrinconado en la noche mágica del cine español.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados