Barcelona, España
En este verano de 2008, cuando el mercado de trabajo presenta un marcado contraste con el existente hace ahora escasamente un ejercicio, lo sucedido en 2007 respecto de la inmigración y la oferta y la demanda de empleo aparece como algo relativamente lejano. Ciertamente, 2008 comenzó con un súbito parón de las intensas y espectaculares tasas de crecimiento de la ocupación en España, que se prolongaron durante casi una década completa. Todas las variables del mercado de trabajo ya presentaron en el primer trimestre de 2008 una fuerte desaceleración, proceso que se ha acentuado en el segundo trimestre de ese ejercicio. Así, medida por la EPA, la ocupación pasó decrecer a tasas del 3,09% y del 2,38% en los dos últimos trimestres de 2007 a ritmos interanuales del 1,66% y del 0,28% en los dos primeros de 2008. Además, ese crecimiento interanual esconde una intensa desaceleración intertrimestral. Por otra parte, la fuerte concentración del nuevo empleo en los últimos años en el sector de la construcción se ha traducido en una destrucción relevante en el sector, que ha afectado de forma notable a la inmigración, aunque también está teniendo adversas consecuencias sobre la mano de obra nativa. En cambio, la población activa continua aumentando a ritmos un tanto insólitos. Y ello plantea la pregunta, que no podrá resolverse hasta tener una visión acabada del conjunto del ejercicio, de lo que está sucediendo con las nuevas entradas de inmigrantes al mercado de trabajo. Además, y este aspecto es de la máxima importancia al tratarse de la inmigración, este colectivo aportó cerca del 60% del total de nuevos activos entre juniode 2007 y diciembre del pasado año. Cabría esperar que, frente a la marcada desaceleración de la creación de nuevo empleo en 2008, las nuevas incorporaciones de la inmigración se redujeran de forma drástica.
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