La arquitectura religiosa románica se concibió con una única finalidad, construir la casa de Dios, abierta a todos, donde transmitir su palabra y buscar el perdón y el sosiego. Es esta una idea básica que no veo suficientemente valorada. Y explica por qué abarca desde la pequeña iglesia rural, en muchas ocasiones construida por los propios fieles, hasta la gran iglesia catedralicia o abacial. Un ingente número de edificios que compone una inabarcable sinfonía conformada por muchos registros diferentes, entrecruzamientos y una importante complejidad. Un precioso contrapunto de variaciones estructurales, tipológicas y formales que son la expresión construida de la cultura románica. Pero al mismo tiempo, es cierto que el número de elementos estructurales y sistemas constructivos generalmente utilizados es relativamente reducido, lo que simplifica su estudio. Una estupenda ilustración de Rocío Espín muestra el monasterio de Sant Pere de Rodes en su proceso de construcción a finales del siglo X.
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