A partir de un recorrido profesional particular, reflexionamos acerca de los desafíos específicos que imponen a la intervención clínica los contextos de riesgo psicosocial, marcados por la pobreza, la marginalidad, la violenciaylos conflictos conlasinstituciones.Sedemanda una clínica diferente que recoja esta especificidad, con unos esquemas de intervención que se adapten a ella, y una visión diferente del oficio de psicoterapeuta. Se plantea la particularidad de los contextos marginales, como ambientes vecinales que pueden resultar ecológicamente tóxicos, y donde son frecuentes formas disfuncionales de organización familiar; la transmisión intergeneracional de ciertas formas de vida y una ecología de la supervivencia, pueden propiciar contextos vitales en los que el profesional se sienta un extraño. Analizamos algunos formatos de psicoterapias madre-hijo, adaptados a contextos de riesgo psicosocial, como ilustrativos de la necesidad de esta especificidad.
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