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Resumen de Acelerar la transformación

Carlos Mataix, Irene Ezquerra, Miguel Soberón

  • La Agenda 2030 constituye el proceso cívico más amplio y esperanzador de nuestra era. Los 17 ODS exigen grandes dosis de innovación, no solo tecnológica, también en nuestros modos de organización política, económica y social.

    En diciembre de 2015, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030. Lo hizo con un consenso unánime: 193 países se comprometieron a alcanzar, en tan solo 15 años, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Desplegados en 169 metas, los ODS representaban una síntesis de los anhelos de dos comunidades internacionales de cooperación que hasta entonces habían avanzado por sendas diferentes. La primera, ocupada en remediar el hambre, la pobreza y la inequidad que asola a una parte importante de los seres humanos, había obtenido ciertos resultados tangibles bajo el impulso de los Objetivos del Milenio (2000-15). La segunda, centrada en el impacto de las actividades humanas en el ecosistema del planeta y en particular en el cambio climático, ganaba intensidad ante las evidencias crecientes de que las predicciones de los científicos se materializan más pronto que tarde.

    Ya en diciembre de 2014, el entonces secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en su Informe de Síntesis y bajo el lema “El camino a la dignidad”, anticipaba el espíritu que habría de presidir el logro de los ODS. Se trataba de un empeño común de toda la humanidad que apelaba a la participación y la responsabilidad de todos: personas, organizaciones y gobiernos de países desarrollados y menos desarrollados de toda la geografía mundial. Un empeño de tal profundidad y alcance requiere una movilización sin precedentes. Movilización que sería penosamente ingenuo confiar a la inercia, a seguir haciendo las cosas como siempre, al business as usual. Todos sabemos por experiencia propia que es arduo cambiar nuestros hábitos. Nuevos objetivos implican nuevas actividades que requieren modificar arraigadas formas de hacer de personas y organizaciones.

    Las grandes transformaciones históricas, aunque siempre han contado con un liderazgo poderoso por parte de un grupo limitado de personas, han necesitado un “relato de deseabilidad” asumido y compartido como propio por amplias capas de ciudadanos y organizaciones. Los ODS prefiguran y deberán conformar una gran transformación histórica: se trata del “gran esfuerzo épico”, y también ineludible, de la humanidad presente. Ello requiere objetivos, liderazgo y relato de deseabilidad, profunda y extensamente asumidos.

    Han transcurrido casi cuatro años desde la aprobación de la Agenda 2030. Puede decirse que sus ODS comienzan a permear en el debate público. Las estrategias de muchas organizaciones públicas y privadas están incorporando la Agenda como marco de referencia, mientras entre la ciudadanía crece el conocimiento de los ODS, que muchas personas ya asocian con el cambio climático y la desigualdad, e identifican con lemas que han acompañado la campaña de difusión impulsada por la ONU, como “No dejar a nadie atrás” o “No hay plan B porque no hay planeta B”.

    En definitiva, la aprobación y aplicación de la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible constituyen el proceso cívico más amplio y esperanzador de nuestra era. Amplio porque su adopción se extiende entre gobiernos, administraciones, empresas, organizaciones sociales y ciudadanos de todo el mundo. Esperanzador porque los ODS están demostrando su capacidad para convertirse en un lenguaje común para la interpretación colectiva de los grandes desafíos del planeta, y en un relato positivo sobre la gran capacidad transformadora de nuestra actual generación.

    Transformación posible Debido a su carácter integral y su ambición, tanto en alcance como en plazo, existe el riesgo de que la Agenda sea considerada una aspiración deseable pero inalcanzable. Acabar con la pobreza extrema (ODS 1) o transitar en una década hacia un modelo sostenible y universal de producción y consumo energético (ODS 7), por poner dos ejemplos, puede parecer para muchos fuera de nuestro alcance.

    La firma consultora noruega Det Norske Veritas (DNV) realizó un estudio en 2016 sobre la posibilidad de cumplimiento de cada uno de los ODS en diferentes regiones del mundo, ofreciendo un panorama que daba la razón a los más escépticos. Según sus cálculos, una gran parte de los ODS no se alcanzarían en 2030, ni siquiera aumentando de manera significativa los recursos destinados a ellos. Para llegar a esta conclusión, el estudio realizaba predicciones basadas en las trayectorias de los años anteriores, es decir, se basaba en la información de series históricas, pero no incorporaba la probabilidad de disrupción y de evoluciones no lineales de dichas trayectorias.


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