Este artículo comienza con una observación de numerosos migrantes y refugiados atrapados en las fronteras de Europa: que las instalaciones de recepción y detención se han convertido en una máquina de hacer dinero y en un fraude. En diálogo con la extensa literatura sobre la biopolítica de las fronteras, el artículo explora este negocio como una «bioeconomía» para resaltar como los controles migratorios –a veces enmarcados en el lenguaje del cuidado– facilitan el lucro y la depredación. En lugar de enfocarse en la producción de mano de obra barata y “deportable”, la perspectiva de la bioeconomía que desarrolla Andersson se refiere a la extracción y generación de valor financiero o de otro tipo de la vida en sí misma. Visitando las fronteras de EEUU-México y Europa-África, el autor aborda las biotecnologías para la vigilancia; la detención y confinamiento; y las estrategias de riesgo para disuadir la migración, en cada caso indagando en la economía política de la vitalidad humana tanto en su dimensión física como psicológica. El artículo concluye planteando si los migrantes irregulares son el primer exponente de un modelo cada vez más común de lucrarse de la vida en sí misma.
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