El descarrilamiento del tren Alvia en Galicia, el 23 de julio del 2013, con sus luctuosas consecuencias, y la imputación ahora como responsable solo del maquinista, muestra que se obvian muchos factores a tener en cuenta. En principio conocemos que el accidente ocurrió por un fallo en la implementación o mal funcionamiento en los mecanismos de control. Estos, muy necesarios en los servicios de transporte de gran cantidad de material físico y en las transferencias de gran volumen de información, son imprescindibles cuando se realizan a gran velocidad. Su alteración puede suponer graves peligros para las personas.
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