Madrid, España
Ocho años después de su desembarco en Gadir en 237 a. C., el general Amílcar Barca entregaba la vida, dejando descabezado al ejército cartaginés destacado en la península ibérica. Su yerno Asdrúbal acudió al lugar y vengó su muerte con el sometimiento de las ciudades íberas cuya revuelta la habían causado. Así, Asdrúbal se vio legitimado a ojos de la tropa como el digno sucesor de su suegro. A partir de entonces se abrió una segunda y nueva fase de dominio púnico en Iberia que destacará por el empleo no solo de las armas sino de la diplomacia con las élites de los pueblos indígenas.
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