Desde hacía algunos años, al diabólico Elliott Abrams le gustaba presentarse como un viejo sabio, un experto en diplomacia siempre preocupado por aportar su opinión cualificada. Ahora ha regresado: Donald Trump le ha asignado la tarea de “restaurar la democracia en Venezuela”. Si miran su hoja de servicios, los habitantes de su tierra de misión pueden tener motivos más que legítimos para estar preocupados…
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