De entre las decenas de aceifas dirigidas por Almanzor, aquella lanzada contra los condados catalanes fue, acaso, una de las más brutales y notorias. El resultado más evidente fue la toma y saqueo de la ciudad de Barcelona, y la venta como esclavos de la población superviviente. Las consecuencias del hecho fueron, además, de enorme profundidad para el devenir de la región pues, en adelante, los condados catalanes decidieron romper sus vínculos de vasallaje con el reino Franco (por no haber acudido en su auxilio) e inclinaron la balanza hacia la independencia de facto de toda la Marca Hispánica.
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