Siguiendo la propuesta de estudios que han emplazado el género en el centro de enfoques poscoloniales, este trabajo se pregunta por la masculinidad asignada a los gitanos y la analiza como parte de su proceso de subalternización. Parte del supuesto de que las representaciones sobre los gitanos han servido en todo el mundo occidental para sustentar -por oposición- los modelos del nuevo régimen liberal. En pleno siglo XIX, se recogieron y reinventaron antiguos estereotipos que circulaban en toda Europa sobre el pueblo romaní (incultos, paganos, amorales, incontrolables), que fueron leídos desde la oposición civilización-barbarie. El Romanticismo proporcionó el necesario lenguaje cultural y emocional, mientras que nuevas disciplinas como la sociología o la criminología aportaron argumentos de autoridad científica. Este artículo analiza las imágenes que racializaron a los gitanos como una minoría doblemente ajena al progreso social y a la identidad nacional, tanto en España como en otros países.
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