Es un hombre tranquilo más en la forma que en el fondo, un extraordinario conversador, y autor de un teatro que aporta ideas y emociones: que estremece. Un profesional que, junto a tres compañeros, apostó por la arriesgada aventura del Teatro Pavón-Kamikaze de Madrid, que estos días inaugura su tercera temporada en medio de un éxito colosal de crítica y público. Un proyecto basado en la dramaturgia contemporánea porque, como sostiene Miguel del Arco, “escribir teatro que no sea representado es la muerte del teatro”.
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