En un entorno de inflación persistentemente baja y crecimiento débil en la eurozona, el Banco Central Europeo (BCE) ha instrumentado un conjunto de medidas no convencionales sin precedentes, que han facilitado la recuperación económica y una reducción muy significativa de los riesgos de deflación. Las previsiones actuales sugieren la continuidad de la fase expansiva y una convergencia gradual de la tasa de inflación a la referencia de estabilidad de precios a medio plazo del BCE, por lo que cabe esperar que la política monetaria comience a desempeñar progresivamente un papel más limitado. En todo caso, la política monetaria mantiene retos de medio plazo; entre otros, los derivados del escaso dinamismo de los salarios y de la estimación de un tipo de interés natural más bajo que en el pasado
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