Madrid, España
La inesperada muerte de Alejandro Farnesio (en diciembre de 1592) supuso un duro golpe. Felipe II perdía a uno de sus generales más afamados, y el Ejército de Flandes se quedaba huérfano de uno de los líderes más decisivos de su historia. Desde esa fecha, y hasta que Ambrosio Spínola despuntase como una estrella emergente, el gobierno de Flandes quedaría en manos de varios gobernadores interinos, y de familiares del rey –de la rama austriaca de los Habsburgo–, que no tuvieron el tiempo o la preparación militar para construir un liderazgo decisivo, problema que se vería agravado por la crónica falta de fondos –que agudizaría sobremanera la aparición de nefastos motines entre la tropa–, y la circunstancia de tener que luchar a la vez en dos frentes bélicos: contra los Estados Generales y contra Francia.
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