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Resumen de Longitudinalidad, prestigio, buena reputación (social y profesional) y medicina general/de familia. Aspectos clínicos y de salud pública. Informe SESPAS 2012

Juan Gérvas Camacho, Mercedes Pérez Fernández, Roberto José Sánchez Sánchez

  • español

    La reforma de la atención primaria en España de 1984 fue pro-contenido, en el sentido de añadir capacitación y recursos (horas de formación y dedicación al trabajo, y mejora de las condiciones materiales de éste). La reforma no consiguió fomentar la longitudinalidad, ni dio más poder al médico de familia. Es decir, la reforma no logró ser pro-coordinación y facilitar el papel central del médico de cabecera en la prestación de servicios. Con los años persiste la escasa longitudinalidad de la atención, pues no se ha estimulado el estilo de trabajo que la fomenta (con sus beneficios clínicos y de salud pública). Es longitudinalidad la relación que se establece a largo plazo entre el médico general/de familia y los pacientes de su consulta. Se define como: a) la atención por el mismo médico a lo largo de toda la vida de la mayoría de los problemas del paciente y b) el reconocimiento de la población y de los pacientes de una fuente de cuidados con la cual se cuenta para el contacto inicial y para el seguimiento de los problemas. La tendencia social y clínica lleva a responder antes, más intensamente, con medios más poderosos y más especialistas a más problemas de salud, lo que convierte a las actividades médicas en peligrosas. Frente a esta tendencia, el lema clínico debería ser «menos es mejor», y eso implica grandes dosis de longitudinalidad. Son varias las medidas que podrían mejorar la longitudinalidad y se refieren a incentivos de «permanencia», aumento del componente de capitación hasta acercarse al 50% del total de la remuneración, mejora de la polivalencia del médico de cabecera, inclusión de la familia en el cupo y una reforma pro-coordinación que convierta a los especialistas en consultores.

  • English

    The reform of primary care in Spain in 1984 focussed mainly on skills and knowledge (physician training and working hours) and material resources (new buildings). The reform did not succeed in improving longitudinal care nor did it give primary care physicians greater power, that is, the reform did not increase coordination or strengthen the central role of the family physician in services provision. The lack of longitudinality has persisted over the years since the working methods that encourage it (and its resulting clinical and public health benefits) have not been stimulated. Longitudinality is the personal relationship established over the years between general practitioners and their patients and is defined as (a) care by the same family physician of most of the patient's problems throughout his or her life, and (b) the recognition by patients and the population of a stable source of care to be used for initial contact and for the follow-up of problems. The tendency in the medical profession and society at large is to respond to an increasing number of health problems more quickly and intensely, with increasingly powerful means and with a greater number of specialists. In turn, this tendency makes medical activities dangerous. To counteract this tendency, a motto of “less is better” should be adopted, implying greater longitudinality. Many initiatives could improve longitudinality, such as incentives for not moving, increasing the capitation component of remuneration to nearly 50%, broadening the range of general practitioners’ skills, including family members in the same patient list, and transforming the role of specialists into that of consultants.


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