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Resumen de Principios éticos de la asistencia sanitaria en tiempos de conflicto armado y situaciones de emergencia

José Luis Rodríguez-Villasante y Prieto

  • En la Resolución 2286 (2016) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas1, se expresa la profunda preocupación del Consejo por los actos de violencia, ataques y amenazas contra el personal sanitario y el personal humanitario dedicado exclusivamente a tareas médicas, sus medios de transporte y equipo, los hospitales y otros establecimientos sanitarios, así como por el número cada vez mayor de estos actos (Preámbulo), los condena enérgicamente y deplora las consecuencias que estos ataques tienen a largo plazo  para la población civil y los sistemas de salud de los países afectados (apartado 1 de la Parte Dispositiva).

    Este problema, como afirma Vicent Bernard2 constituye uno de los mayores desafíos de la presente era, caracterizado por la persistencia del fenómeno, su exacerbación y su resurgimiento como aspecto reiterado de las guerras actuales. Más recientemente Irene Raciti3 afirma que la protección de la misión médica se ha convertido, desafortunadamente, en uno de los mayores problemas humanitarios de hoy en términos de número de personas afectadas, directa o indirectamente. En efecto, un solo incidente violento dirigido contra el personal médico o instalaciones puede ser sentido por cientos o incluso miles de personas. En tres años (desde enero de 2012 a diciembre de 2014), el Comité Internacional de la Cruz Roja (en lo sucesivo, CICR) documentó en solo 11 países casi 2.400 ataques contra el personal de salud, instalaciones, transporte y los pacientes. Más de 2 incidentes por día. Los sanitarios locales fueron afectados en más del 90%. La violencia contra este personal conduce, con frecuencia, al éxodo del personal sanitario (los llamados “desiertos médicos”), la destrucción o cierre de hospitales y el daño irreversible del sistema nacional de salud. Los niños son quienes pagan el precio más alto, en Afganistán son el 24% por ciento de las víctimas entre 2015 y 2016. Más de un millón de niños sufren desnutrición aguda en Afganistán.

    Resulta alarmante que esta violencia actual se reproduzca justamente después de 150 años desde que, tras el nacimiento de la Cruz Roja en 1863 y el primer Convenio de Ginebra en 1864, el origen del Derecho Internacional Humanitario se justificó por la protección a heridos, enfermos y personal sanitario en las guerras decimonónicas hasta alcanzar la universidad de los Convenios de Ginebra de 12 de agosto de 1949.

    Por la doctrina4 se relatan ejemplos actuales (algo más que los incidentes diarios de la realidad de la guerra) como la detonación de una segunda bomba para causar daños al personal de los servicios de emergencia que acuden a socorrer a las víctimas de una primera explosión, el bombardeo de hospitales (desconociendo los principios de distinción y precaución), la demora arbitraria en los puntos de control (checkpoint), la detención injustificada de médicos o personal de salud, así como los registros de hospitales o centros de salud por grupos armados con el fin de asesinar a los heridos o enfermos allí asistidos (protegidos como víctimas de la guerra) y dar muerte también al personal sanitario que goza de inmunidad.


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