Nadie, salvo los más radicales independentistas, confía ya en que el referéndum catalán sea un referéndum de verdad. Incluso desde la Generalitat y el partido de Artur Mas y Carles Puigdemont se juega a convocarlo, esperar que el Estado lo prohíba y convocar entonces elecciones anticipadas con más posibilidades de aumentar sus votos.
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