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Jung y el Islam: contribuciones a la diversidad religiosa (traducción de Elena Vecino)

  • Autores: Marcos Fleury de Oliveira, Elena Vecino (trad.)
  • Localización: El azufre rojo: revista de estudios sobre Ibn Arabi, ISSN-e 2341-1678, Nº. 2, 2015, págs. 95-105
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • Puede que muchos de los que hayan escuchado el llamado a la oración (adan) se hayan conmovido o asombrado o, al menos, hayan sentido algo diferente, extraño, extranjero. Antes de nada, debemos aclarar que el adan no se considera propiamente una música, sino una llamada que se realiza cinco veces al día en todo el mundo musulmán para recordar y congregar a los fieles a la oración. Mi intención aquí es precisamente evocar un poco de esta extrañeza, la cual forma parte de un sentimiento muy intenso que Jung describió en su primer contacto con los pueblos musulmanes del norte de África, hace ahora casi un siglo. Esa extrañeza, aún hoy, constituye un sentimiento que “occidente” siente en relación a “oriente” y también es un sentimiento que parte de “occidente” siente con respecto a los musulmanes y al Islam. Independientemente de que seamos creyentes o ateos, la comprensión que tenemos de Dios, de la religión o de la fe, tendrá un peso considerable en nuestra manera de observar muchos de los conflictos actuales. Para trabajar esta cuestión y proporcionar algunos elementos importantes que permitan superar esta disociación histórica con el “otro”, el extraño, el extranjero (concreto y simbólico), voy a utilizar algunas ideas del psicólogo suizo Carl Gustav Jung y del místico andalusí Ibn “Arabi. Trataré de mostrar cómo ideas y autores aparentemente dispares pueden dialogar entre sí y ofrecernos nuevas perspectivas para la reflexión contemporánea. Comencemos con Freud y Jung. Esta sensación de extrañeza constituye la materia prima alquímica de cualquier psicoanalista en su rutina diaria, escuchando a sus pacientes, al igual que hacían Freud y Jung. Cuando Freud escuchaba a sus pacientes, intentaba descubrir qué hacer y cómo comprender aquellas extrañas fantasías y comportamientos suscitados, por ejemplo, por la histeria. Freud dio a esta extrañeza, que también podríamos llamar alteridad, el nombre de inconsciente. Jung vivía en el hospital psiquiátrico de Burgholzly de Suiza, donde escuchaba a los pacientes esquizofrénicos a diario y sus extrañas historias, fantasías y comportamientos. Jung llamó a esta extrañeza o alteridad inconsciente colectivo. Este podría ser un breve resumen de la larga historia de estos conceptos.


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