El presente artículo es un ejercicio hermenéutico que pone en diálogo la filosofía y la teología a partir de la categoría de espiritualidad. Para tal fin asume el rol del poeta, figura crucial en la filosofía del último Heidegger, y lo identifica con el sacerdote, figura importante en la teología. Procediendo de este modo se concluye luego cómo el poeta y el sacerdote son los profetas de lo sagrado que contribuyen a una humanización de la tierra, superando cualquier intento cosificador por parte de la técnica.
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