El tránsito en las grandes ciudades solicita una velocidad y un tipo de prácticas cotidianas que atentan contra las experiencias que necesitan dimensiones temporales diferenciadas para que acontezcan. El objeto de este artículo será plantear el problema de la recepción de la obra de arte contemporánea en los entramados urbanos tardomodernos, entendiendo que dicha experiencia requiere de una temporalidad contraria a la de este entorno: la demora y el detenimiento. Un segundo problema será la reflexión acerca de la pérdida social que implica este desencuentro.
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