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Turquía y la Unión Europea: ¿quién necesita qué?

  • Autores: Eduard Soler i Lecha
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 30, Nº 172, 2016, págs. 96-105
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • La crisis de refugiados, la debilidad de los europeos y la actitud desafiante del presidente Recep Tayyip Erdogan han cambiado las reglas del juego en las siempre difíciles relaciones entre la UE y Turquía. Es una negociación más simétrica y volátil, donde prima el corto plazo.

      Tras más de 50 años llamando a las puertas de Europa, Turquía se frota las manos al ver que los europeos llaman a la suya. En marzo de 2016 se escenificó un acercamiento que pivota sobre la colaboración turca en materia de refugiados y control fronterizo a cambio de apoyo financiero (hasta 6.000 millones de euros), de acelerar los plazos para eximir de visados a los ciudadanos turcos y de revitalizar las negociaciones de adhesión. Sin embargo, a medida que pasan los meses es cada vez más evidente que este acercamiento se ha construido sobre unas bases muy frágiles y que lo acordado en marzo podría quedar en papel mojado.

      ¿Podría Turquía alejarse de la Unión Europea con la misma rapidez con la que se produjo el acercamiento? Las primeras declaraciones del recién nombrado ministro para la UE, Ömer Çelik, recordando a sus socios europeos que Turquía tiene otras opciones, o las de Yigit Bulut, asesor del presidente, amenazando con suspender todos sus acuerdos con la Unión, son sintomáticas del cambio en el estado de ánimo en apenas dos meses. Para entender qué ha llevado a ambas partes a acercarse y si podrían alejarse de nuevo es imprescindible comprender qué es lo que busca la UE de su colaboración con Ankara y viceversa, cómo han cambiado las dinámicas de la negociación y qué elementos podrían, a corto plazo, provocar una crisis.

      ¿Por qué la UE necesita a Turquía? Hasta hace un año la respuesta a esta pregunta habría consistido en una larga enumeración de asuntos como las conexiones energéticas, el hecho de compartir vecinos inestables, el papel clave de Turquía en la OTAN o el dinamismo de las relaciones comerciales. Hoy la respuesta es más simple. La visión dominante en las instituciones y gobiernos de la UE es que la colaboración de Turquía es imprescindible para gestionar la crisis de refugiados o, lo que es lo mismo, para frenar su llegada a territorio europeo. Todo lo demás es secundario.

      La colaboración en cuestiones migratorias siempre ha estado encima de la mesa pero nunca había adquirido un papel tan central. Esto ha sucedido porque en 2015 hubo un aumento exponencial del número de llegadas a través de Turquía. Del más de un millón de "entradas irregulares" en 2015, un 80% se produjeron por el mar Egeo y el cambio de rutas fue muy rápido. Para hacernos una idea solo hace falta comparar los datos de enero (5.500 llegadas a Grecia) y los de octubre (221.000) de ese año. Además, que en Turquía hubiera millones de refugiados hacía presagiar que, sin colaboración turca, las cifras seguirían aumentando


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