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Resumen de José Antonio Corrales. Iglesia de la Resurrección en Elviña.: Las constantes de una arquitectura transparente

David Garcia-Asenjo Llana

  • La iglesia parroquial de la Resurrección del Señor fue la última intervención de José Antonio Corrales en el polígono Elviña de A Coruña, para el que ya había diseñado el Plan Parcial y la Unidad Vecinal 3.

    En este templo puede reconocerse una manera de enfrentarse al proyecto propia de Corrales, alejada de toda relación con la tradición, y trazada desde el reconocimiento de la arquitectura como una disciplina que puede afrontar con sus herramientas la realización de cualquier edificio sin necesidad de recurrir a la historia.

    De este modo, el punto de partida del arquitecto deben ser las condiciones del lugar y las determinaciones que exige el programa. Por tanto, como señalaba el propio Corrales, cada proyecto es específico para cada situación. No se limita a resolver de un modo adecuado el edificio, sino que intenta agotar el sistema elegido para su desarrollo. A partir de una intensa labor de encaje de los elementos que definen la arquitectura, y a través de un conocimiento de las características de los materiales empleados y del sistema constructivo en el que se disponen, Corrales logra que todos las piezas se integren de tal modo que sea difícil entender el proyecto de forma distinta, y que éste sea desligable del lugar en el que se asienta. Ha desaparecido toda la retórica, y se presenta como una arquitectura espontánea, que surge natural ante las determinaciones que le vienen dadas. Se entienden los principios desde los que ha sido proyectada y se puede leer la lógica interna que ha guiado las decisiones del arquitecto.

    Corrales consigue aunar todos los factores y logra una arquitectura, pese a su fuerte componente intelectual y racional, cercana a los hombres que la van a habitar. Más allá de la lógica formal y constructiva del proyecto, el edificio es acogedor. Todo el entramado geométrico y constructivo que lo conforma desaparece y no es una presencia que distraiga de la vivencia de su arquitectura.

    En la iglesia de Elviña puede apreciarse una línea común que une varios proyectos de Corrales y Molezún. Un gesto radical y potente define un sistema arquitectónico. Una cubierta ligera, metálica, bajo la que se desarrolla el edificio y que unifica los espacios. La estructura portante se ordena en una trama geométrica lo suficientemente genérica y adaptable para no interferir en la distribución de los espacios interiores. La cubierta está concebida no sólo para resolver los requisitos funcionales de cubrimiento y evacuación de agua, sino que integra los elementos que permiten la iluminación y el paso de las instalaciones. El plano del suelo se acomoda a los desniveles del terreno. Unos muros de hormigón definen los espacios y acotan el edificio.

    Corrales solía explicar, en los textos que acompañaban al proyecto, que las decisiones adoptadas partían de la necesidad de resolver unas necesidades espaciales y económicas.

    Pero una atenta lectura desvela la compleja y adecuada resolución del programa, así como la profundidad litúrgica del espacio creado.


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