La expresión “literatura de cordel” agrupa unívocamente a todo aquel tipo de papeles que eran vendidos en la calle expuestos a la atención del público colgando de una cuerda. La contemplación del pliego solía hacerse en la plaza o en un mercado y el editor solía buscar un efecto mostrando un grabado en la portada. Para conseguir que ese grabado atrajera sin dudar a quien se acercase al vendedor de pliegos, demandaba la colaboración de un artista plástico que trasladase a imágenes lo que de otro modo expresaban las palabras del autor del pliego y exigía a ese artista que las figuras –de animales o humanas- fuesen identificables, respetasen un deseable plano general y al mismo tiempo parecieran relativamente cercanas. El tratamiento dado por algunos de esos artistas a los temas de los pliegos llegó a hacerse tan peculiar que su forma creó un “estilo” y un repertorio con personalidad y estética propias. En este artículo se analizan algunos de los temas recurrentes que influyeron en la creación de una mentalidad común de largo recorrido.
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