El conde duque de Olivares es una de las figuras más reconocidas y reconocibles de la historia española. Su llegada al poder tras la coronación de Felipe IV significó el retorno a una política agresiva, en contra de la tónica durante el reinado de Felipe III y su valido, Francisco de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma, quien había sido el artífice de la paz tanto con Inglaterra como con Francia y, en especial, con los rebeldes flamencos. Sin embargo, el establecimiento de Gaspar de Guzmán y Pimentel como mano derecha y auténtico gobernante del Imperio español llevaba años gestándose y estuvo a cargo de un personaje que ha quedado relegado al olvido: Baltasar de Zúñiga.
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