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Resumen de Memoria del '69

Carlos Altamirano

  • Durante mucho tiempo, según Reinhart Koselleck, la referencia a la palabra y al recuerdo del testigo, ante todo el testigo que había visto los hechos, del testigo visual, o, en su defecto, el testimonio de quien había oído contar a quien había visto, hacían fiable el relato histórico de un suceso y proporcionaban la garantía de que no se estaba frente a la obra de un fabulador. "El historiador, escribe Koselleck, tenía que interrogar, en. primer lugar, a testigos oculares vivos y en segundo lugar a testigos auriculares sobrevivientes, para averiguar el verdaderoestado de las cosas o las circunstancias". El historiador debía demostrar un espíritu imparcial frente a los hechos y la historia, como un espejo, debía reflejar la verdad desnuda, sin adornos. En el contexto de esta concepción del conocimiento hisrórico, que hacía del testigo visual un garante de la representación histórica y en que la tradición oral era más confiable que la tradición escrita, el ámbito de la experiencia que podía ofrecer un saber más seguro era el de la historia presente, es decir, el de la historia más próxima. Cuanto más se alejaba la evocación hacia el pasado, hacia sucesos "antiguos", más riesgos corría el historiador de ser víctima de las fábulas y las leyendas, de perder la distinción entre res gestae y res fictae. 


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