El lugar donde está la tierra que Yahvé prometió a la descendencia de Abraham, marcó la escritura de la Biblia, el libro sobre el que se asienta gran parte de nuestra civilización. Las relaciones de Jerusalén, cruce de caminos entre imperios, con Egipto, Asiria, Babilonia, Persia o Roma, condicionaron el vínculo de sus habitantes con la divinidad y el desarrollo de dos de las tres grandes religiones monoteístas: el judaísmo y el cristianismo.
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