El providencialismo siempre estuvo presente en la historia nicaragüense y en los primeros años de la república independiente se articuló con la naturalización de la injerencia estadounidense. Con la revolución sandinista de 1979, emergió un Dios articulado a la teología de la liberación y el cambio social. Pero tras la caída del sandinismo, el viejo providencialismo retornó triunfante y el propio Daniel Ortega regresó al poder apelando a él y sellando alianzas con sectores del clero tradicional. Parte de su nueva fe post-revolucionaria se expresa en su cruzada contra el aborto terapéutico.
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