De tiempo atrás, y sin que nuestro medio sea la excepción, lo que podemos denominar, de manera provisional y genérica, como discurso ético, ha dejado de pertenecer al ámbito de los filósofos y ha empezado a ser moneda de uso corriente en las discusiones acerca de los más insospechados temas y por parte de aquellos que, por tradición, se hallaban más alejados de tales preocupaciones. Por cierto, no todos se acercan de la misma manera a dicho discurso, pues bien, pocos son los que pretenden elaborar una explicación filosófica o científica alrededor de la ética, siendo los más, aquellos que pretenden hacer de dicho discurso el medio a través del cual se busca impartir normas de conducta destinadas a regir el comportamiento de los demás, principalmente introduciendo modificaciones esenciales en dicho comportamiento, con el propósito de adecuar el funcionamiento social a determinados fines.
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