Desde septiembre de 1988, España forma parte del Tratado Antártico como miembro consultivo. Por una parte, este fue el final de una larga carrera de obstáculos llevada a cabo por un reducido grupo de científicos que, perteneciendo a distintos organismo de investigación del Estado, habían unido sus esfuerzos e ilusiones en defensa de un objetivo común: realizar investigación en la Antártida. Por otro, ha sido el comienzo de una nueva etapa en la que son prioritarias la responsabilidad y organización a fin de que no se malogre todo el esfuerzo realizado y que llevemos con dignidad el nivel alcanzado dentro de la comunidad internacional.
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