La ciencia española experimenta un impulso relevante en el siglo XVI, merced al descubrimiento del Nuevo Mundo y a la constatación de los hechos geográficos (físicos y humanos) de las tierras americanas que ponen en cuestión la explicación de la ciencia humanista basada en los principios aristotélicos. Los trabajos de los cronistas de Indias, oficiales o no, contribuyen al conocimiento de fenómenos hasta entonces ingorados debido al desconocimiento del espacio geográfico intertropical, denominado �zona Tórrida� en las divisiones del mundo habitable desde época griega. La Historia Natural y Moral de las Indias (1590) del jesuita José de Acosta puede ser considerada la primera obra de climatología del ámbito intertropical moderna debido a la diversidad de aspectos del tiempo y clima de este ámbito que contiene y a las explicaciones que se apuntan para cada uno de ellos y que rebasan las explicaciones hasta entonces universalmente aceptadas, de base aristotélica.
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