Esperanza María Ceballos Vacas
La vida cotidiana de las familias se plasma en usos del tiempo característicos de una socialización en función del género aún muy tradicional. No sólo las mujeres y las niñas siguen asumiendo mayor carga de trabajo familiar, encargándose más que los varones de las labores más pesadas y rutinarias, y de las tareas de cuidado de los miembros dependientes. Además, las madres disfrutan de menos tiempo de ocio y de peor calidad, en especial cuando ambos progenitores están empleados. Por fin, las madres trabajadoras tienden a sufrir consecuencias en su salud física y mental, experimentando más estrés e insatisfacción con sus parejas. Este aprendizaje sexista en la familia pone de relieve la insuficiencia de los actuales programas coeducativos, y plantea la necesidad de que la escuela se oriente no sólo a evitar el sexismo en las aulas, sino también a compensar el influjo de nuestra sociedad patriarcal.
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