Hay momentos en los que un país se aboca al cambio. Cambio de las caras que mandan- las que obedecen son siempre las mismas-, cambio de talantes, cambio de modales. A veces, incluso se cambian las ideas proconcebidas, esas que, decía Rilke, te amordazan el alma. Los españoles estamos, ya lo ven, en la frontera de ese cambio, de momento tranquilo, sin traumas excesivos
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