Con la apertura al tráfico de los últimos diez kilómetros de la Ronda de la Hispanidad, culmina un proyecto iniciado en la década de los años 40: rodear Zaragoza con un cinturón viario que evite la circulación de vehículos por el centro de la ciudad y además una los barrios periféricos y las vías de comunicación que convergen en la capital aragonesa. Esta obra ha supueto la construcción de importantes infraestructuras complememtarias para integrar la nueva vía en el entorno urbano y para reducir el impacto ambiental al paso por los pinares de Venecia y Cala Verde.
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