Hace cien años Pedro Poveda, con pocos recursos y pocos colaboradores, apostó como opción prioritaria por difundir ideas, opinar, ofertar soluciones a los problemas de su tiempo, diseñar proyectos y poner todo por escrito en variadas publicaciones� sin saber muchas veces a qué destino iban a llegar. Ahora que el desarrollo tecnológico ha transformado de raíz la comunicación humana, podemos imaginar cuáles serían sus canales de difusión, qué medios emplearía y, sobre todo, en qué centraría sus esfuerzos para responder del mejor modo a la vocación recibida.
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