Es uno de los rostros más identificables de los días dorados de Hollywood. Errol Flynn encarnó como nadie al aventurero gallardo y caballeroso que salvava a su amada en cualquier tesitura. Espadachín, soldado, vaquero, pirata... En la pantalla besó a muchas mujeres y libró no menos duelos, pero su vida privada superaba cualquier ficción
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