Las ideas de Max Weber en torno a la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad, delinean un espectro valorativo en el que cada uno de los extremos resulta igualmente válido, siempre y cuando haya en su ejercicio una "integridad esencial". En el actual discurrir de la sociedad moderna, lo que se echa en falta es precisamente la presencia de ese ingrediente en el cual reposan, por lo demás, el carácter y la vigencia de los principios fundamentales de la democracia política.
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