El Pedro Almodóvar grandilocuente de dramones cuasiextraterrestres ha decidido abandonar la nave del lagrimal sobreexcitado y soltar lastre. ¿Cómo? Como mejor lo supo hacer cuando destapó el tarro de sus esencias en los ya lejanos ochenta de la Movida. Abróchense los cinturones, que este avión viaja con las hormonas a tope.
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