El artículo analiza dos películas que se sitúan en la frontera entre el cine profesional y el cine aficionado, pero que ofrecen propuestas muy distintas. Tren de sombras supone una reflexión sobre la naturaleza del cine, tomando como paradigma el cine doméstico, que luego desarrolla desde una posición metafílmica. El Proyecto de la Bruja de Blair parte también de un cine aficcionado y encontrado, formalmente reflexivo, pero al servicio de un relato de intriga con una vocación claramente narrativa y comercial
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