El proceso de globalización económica ha provocado desigualdades sociales, incremento de la pobreza y un grave retroceso en la defensa de los derechos humanos. Pero además existe un déficit de reflexión política para actuar sobre ella, porque el discurso neoliberal dominante ha penetrado en la propia izquierda y allí donde ha gobernado ha optado por el pragmatismo político y el seguidismo acrítico de las directrices liberales establecidas, contribuyendo a que aumente la fractura social. Pero, nada es inevitable y si la izquierda quiere democratizar la globalización, debe elaborar un discurso social alternativo que redefina su proyecto a la luz de los valores históricos más genuinos de su tradición política: el Estado Social y Democrático de Derecho.
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