Un perro policía no trabaja, juega. Pero ese juego, para el que se le entrena a cambio de un premio, permite detectar toneladas de droga, bombas lapa, cadáveres enterrados o rescatar a decenas de personas desaparecidas. Su olfato ve más que el ojo humano.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados