Dornier Do 17E/F en la Guerra Civil Española: confusión y especulaciones (I)

• Autores: Artemio Mortera Pérez
• Localización: Revista española de historia militar, ISSN 1575-9059, Nº. 134, 2012, págs. 40-48
• Idioma: español
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• Resumen

  • La llegada a la España republicana, en octubre/noviembre de 1936, de los aviones soviéticos -bombarderos Tupolev SB.2 y, sobre todo, cazas Polikarpov I.15 e I.16- supuso un duro golpe para la Legión Cóndor, que igualmente había llegado a España en la segunda mitad de noviembre ufana de hallarse equipada con los mejores aviones en servicio en la entonces naciente Luftwaffe -los cazas Heinkel He.51 y los bombarderos Junkers Ju.52-, para encontrarse de golpe con la desagradebale sorpresa de que tales aparatos estaban técnicamente superados por completo por los aviones rusos, hasta el punto de convertir el enfrentamiento con ellos casi en una tentativa de suicidio. En tales condiciones, contrastadas en la más dura de las pruebas -la confrontación sobre el campo de batalla-, el bando nacional iría viendo como el dominio del aire, trabajosamente conquistado en los meses anteriores con los aviones iniciales de la ayuda alemana e italiana, iba pasando rápidamente a manos de la Aviación republicana, pues entre los italianos que combatían del lado nacional también cundió la alarma al comprobar como sus cazas - los Fiat Cr.32- tenían una velocidad inferior a la de los bombarderos SB.2 Katiuska, a los que teóricamente no podían alcanzar, y a la de los cazas I.16 Rata, al mismo tiempo que resultaban superados por la maniobrabilidad de los I.15 Chato, que los convertía en unos enemigos mucho más temibles que los aviones franceses a los que hasta entonces se habían enfrentado, por no hablar de los modelos españoles de preguerra. Sin embargo, una vez estudiadas las debilidades de los aparatos soviéticos, los tripulantes-españoles e italianos- de los aviones suministrados por Italia consiguieron, a base de buen pilotaje y de aprovechar las limitaciones que inevitablemente presentaban aquellos, hacerles frente satisfactoriamente, manteniendo en combate hasta el término de la guerra esos mismos Cr.32, que se convertirían así en el símbolo de la victoria nacional en el aire.