El 5 de enero pasado, Obama, acompañado del secretario de Defensa, Leon Panetta, y del Jefe del Estado Mayor, Martin Dempsey, anunciaba en el Pentágono la decisión de su gobierno de "fortalecer la presencia" norteamericana en la gran región de Asia y el océano Pacífico, en una nueva estrategia de defensa destinada a asegurar la hegemonía norteamericana en el mundo, pese a la crisis económica, a la disminución de su influencia en el planeta, a la mengua del presupuesto militar, forzada por la crisis fiscal, y, en general, a la decadencia de su poder global.
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